12 de junio de 2014

Lo auténtico


Buscas desesperadamente ese destello que te ciegue y te haga ver que estás en lo cierto, que lo que has visto sucede, porque te deslumbra y te duele, pero después te guía.

Llevas demasiado tiempo parpadeando nervioso hacia esa ¿certidumbre? que es esquiva. Juega contigo con la alegría de un niño que acaba de salir al parque. Ya crees que es imposible seguir esperando cuando cierras los párpados con desesperación, con la auténtica angustia de quien sabe que sus miedos y necesidades no serán respondidos nunca. Pero, mientras aprietas fuerte sus pliegues te reconoces en ese arenoso dolor: has encontrado lo auténtico en una mota de polvo.

La observas con desconfianza y a pesar de su extrema pequeñez reconoces en ella todo aquello que de tan cotidiano te resulta hueco, pero que realmente es lo que dota a tu vida de autenticidad. 

Enhorabuena: aunque ahora lo último que sientes son ganas de celebrarlo has de saber que acabas de encontrar lo auténtico. Y por primitivo y cercano, por rutinario y gris que te parezca en un primer vistazo, es lo que realmente calma a ese corazón agitado que hace unos minutos hervía de rabia al saberse solo, silenciado…

Suerte! Es lo que más te deseo cuando te veo así, mirándome acusador desde el otro lado del espejo, amigo. Que lo peor que te ocurra otra vez, sea volver a verte envuelto de esa frenética locura que es el saberse solo. No estás solo, eso que te envolvía eran artificios, puras mentiras. Hoy por desgracia pueblan nuestros rincones cada vez con más frecuencia. Pero tienes lo auténtico, aunque sea escondido en una pequeña cajita bajo tu pecho sofocado.