No sé qué tipo de salto quieres que dé, vida. Pero me has soltado los grilletes y ahora que los siento aquí, rodeando mis tobillos pero ya sin la presión que me ejercían... los miro y mis ojos se nublan.
Sé que quieres que sonría de corazón, vida. Sé que me empujas a diario para que lo haga. Que pones en mi camino divertidas bolas de algodón para que las esquive y distraiga mi pensamiento. Para que las mire y mueva mis ojos de sus tonalidades pastel al cielo, para que guiñe los ojos, entrecierre mis párpados y que la intensa luz entre en mí sin cegarme... para que perciba todos los colores y la suma de ellos en uno. Para que me vea obligada a girar sobre mis talones, dibujando un paso de baile y al fin, salte sobre ellos, marque el comienzo de esa danza que me suelte, que los deje atrás, oxidados y llenos de recuerdos.
Sé que es lo que quieres, que me quieres feliz, libre, decidida... vida... ay vida mía.... me pides todo para darme tú a cambio la inmensidad. Estás tan dentro de mí que sabes mejor que yo qué es lo que necesito. Lo has vivido todo conmigo, VIDA... sí, tú, mi vida, mi ser, mi combinado celular, mi esencia.
No me quieres lejos de mí, me quieres tuya y solo tuya. Vida... deja de pedirme tanto, y simplemente tiéndeme la mano. Dame el abrazo que se desvaneció tras la primera decepción. Recupérame vida, quiero seguirte, pero aún sigo atada. Ayúdame a salir. Deja que me sostenga en tu pecho.
Mi diario es un tapiz desmadejado. Deshilachada alfombra hilvanada de impulsos, cada vez más recurrentes. Pido perdón a la literatura. Esto no lo es. Solo que algo en mí urge salir y por aquí lo hace.
6 de diciembre de 2016
Las demandas vitales
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