4 de octubre de 2017

No me fío. Ya no cuela.


Cada día que pasa más miedo, cada hora que avanza más náusea. No, Don Felipe, yo así no puedo tranquilizarme. No, Don Mariano, yo así no puedo sentirme orgullosa. No, Don Carles, yo así no pienso quedarme callada. No, Don Pedro, yo así no puedo cerrar los ojos y creerle. No, Don Albert, yo así no veo soluciones. No, Don Pablo, yo así no puedo confiar en la templanza política.

No me fío. Y con ustedes me pasa desde siempre, pero ahora aún mas que nunca. Me pasa como cuando uno de mis hijos me dice que puede que traiga un suspenso, pero que él/ella ha estudiado. Ya no cuela, les conozco demasiado bien. Y con sus palabras y actos, con sus silencios y condenas han terminado por retratarse, TODOS.

No me queda un duro para un psiquiatra, y me veré desahuciada, con el corazón roto y la cabeza estallada. Y por eso antes de que acabe de enloquecer quiero dejar algo escrito, por si en cualquier momento también pierdo la cordura, como les ha pasado a ustedes.


El telón que nos han puesto delante ustedes, los dirigentes, -porque ninguno tienen derecho a llamarse políticos ni estadistas (les falta talla humana)-.... Ese telón es tan denso que ya no reconozco ni a quienes quiero. Les veo embravecidos con consignas que puede que partan de nobles premisas, porque aquí "nadie es más malo que nadie"... Pero me duele, porque están todos tan histéricos como yo, así, aquí, vomitando mis movidas mentales es como me alivio, al menos un poco. Por eso a todos mis amigos y seres queridos (créanme los tengo de TODOS los colores) a TODOS les entiendo, aunque no comparto todas sus ideas.


A ustedes, perdón por lo que viene ahora, no les entiendo. Es más, les culpo, estoy muy irritada con su ineptitud general, y les deseo a todos al menos la mitad del temblor de tripas que me están causando a mí y a la muchísima gente que quiero.