Hoy habría levantado el teléfono, me habría plantado en tu
puerta y te hubiera comido a besos. Habríamos pasado la sobremesa la una junto
a la otra, dándonos ese calor tan nuestro. En cambio hoy mi teléfono sólo sonó
una vez, para recordarme que hay más gente que hubiera hecho lo mismo que yo.
No me he movido de la puerta de mi casa, y he comido rápido y sola, para
terminar antes. He empleado la sobremesa en quehaceres cotidianos para evitar
tristes pensamientos. Solo he tomado el coche para venir al trabajo. Estás tan
lejos que a veces pienso que si me vieras no me reconocerías, pero sé que tú me
reconocerías entre un millón de personas... Aun así, al igual que el tiempo a ti
te mantiene eterna, yo ya no soy aquella mujer joven de la que te tuviste que
despedir… Guarda este año otra vez mi trozo de la tarta, quiero comérmelos
algún día todos contigo. Feliz cumpleaños…
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