Reconozco mi ignorancia para tantas cosas... Hoy escribo sobre un hecho que en determinado momento de la vida nos sucede a todos. El sentirnos "carne de cañón". Pero, analicemos antes la expresión. "Carne de cañón", según The Free Dictionary viene a ser algo así como "Persona o grupo de personas a las que se expone sin miramientos a sufrir cualquier clase de da daño". Las cosas como son, a mí, hoy en día una web como la de The Free Dictionary me da tanta confianza como la RAE. Para qué vamos a engañarnos. A los que ya somos padres se nos erizan los pelos de pensar que dentro de nada nos tocará repasar el alfabeto junto a nuestros hijos y que tendremos que vérnoslas con fórmulas tipo "ye" en lugar de la "i griega". En fín, hasta los sillones de la academía parece haberse instalado este lacrimógeno estado de miseria del que, también, el desastre heleno, nos ha estado reportando interesantes titulares en los últimos tiempos.
Comencé hablando sobre mi ignorancia, y así me despediré hoy. Soy una perfecta ignorante en los tiempos en que todo es sabido, analizado y cuestionado a la misma velocidad que está sucediendo. No creo que sea una tara que me impida ejercer mi profesión. En el periodismo hay tantos géneros como profesionales, y tan buen comunicador es aquel que "tuitea" (con perdón) absolutamente todo lo que acontece a su alrededor, como el que se sienta, mira su alrededor, afina la vista y procura entender lo que tiene delante, o lo que le acaba de pasar hace un rato, lo repasa mentalmente, lo coteja con otros acontecimientos, e intenta dar cumplida y rigurosa cuenta de lo que ha experimentado. Porque la verdad absoluta no existe, y no hay más necio que el que la proclama a los cuatro vientos.
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