9 de septiembre de 2018

El frío

Pues llegó el frío. Sí. Llegó ese momento que temía cuando creía que sólo el calor me podía salvar. Pero no. Esta vez llegó decidido a darme una lección. La enseñanza de que sólo aquello que de verdad te vale es lo que te arropa. Que lo demás es artificio y conjetura.
El frío llegó. Y lo hizo para decirte que una vez más no eres más que nadie. Pero también para decirte a tí, en tu interior, que eres tú, sí, tú, lo más valioso que puedes darte a tí misma, dándote a tí a través de lo que das a los demás.
Y llegó. En una mañana de bajas presiones. Cefalea matutina con un café necesario, para avisarte de ese mundo que sigue esperando de ti, por cansada que te encuentres.
Llegó para cambiar todos tus esquemas. Que por minuciosos que fueran siempre serían tan flexibles como el caprichoso azar desee. Y pueden con ello. Tú puedes con ello. Incluso puedes contra quienes no te conocen. Y puedes, más, mucho más aún, contra quienes creen conocerte para, gracias a ello, hacerte debilitar. Jajajaja. En realidad no te conocen.
Llegó el frío. Sí. Y hoy te cubres. Gracias a algo tienes con qué hacerlo. Tu corazón, en su inmensidad, sabe que siempre hay que guardar un trozo de manta para quien la necesita. Sabes cuidarte. Aunque nadie lo sepa. Llegó el frío.

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